Archie Hamilton es una de esas leyendas en construcción. Se curtió en afters turbios del East London, donde las bandejas estaban torcidas y el piso no paraba de vibrar. Hoy llena pistas con gente que sí sabe dónde está parada… pero la vibra sigue igual de sucia. Pasó de ser el arma secreta del circuito local a problema internacional sin venderse ni un poco. Su sonido te pega como si supiera un par de decisiones cuestionables que tomaste: bajos crudos, atmósferas psicodélicas y cero concesiones. Mientras la mayoría anda haciendo tech house para influencers, Archie está demasiado ocupado construyendo su propio camino.

De FUSE al mundo

Archie no apareció de la nada con un USB lleno de bombazos y un press kit armado. Se lo ganó con puro trabajo. Años metido en el under londinense, esquivando la luz del día y puliendo un sonido que después ayudaría a redefinir el minimal house. Uno de sus primeros hogares fue FUSE, ese templo del East London que era más movimiento que fiesta. A fines de los 2000, Archie estaba en la pista de 93 Feet East, ojos bien abiertos, entregado al beat. No estaba en backstage: estaba en el medio de la locura, viviéndolo antes de mezclarlo. Un día cualquiera, clavado en una oficina, le suena el teléfono: “¿Puedes tocar en FUSE?” El resto es historia. Para 2013 ya era residente, marcando el pulso del underground.

Pero los sellos no se estaban peleando por firmar a un nuevo con un par de temas sin sacar. Así que se mandó solo. En 2009 lanzó Moscow Records, un nombre que salió de un malentendido en una disquería y una herencia media random de su abuelo ruso. Quedó. Lo que empezó como un sello casero terminó siendo su crash course en la industria. Sin inversores, sin atajos. Era rústico, era real, y fue la base de todo lo que vino después. Esos primeros lanzamientos no eran solo música: eran supervivencia. Y al final, se convirtieron en algo mucho más grande.

MicroHertz: Raíces DIY, mentalidad global

Para 2022, ese sello DIY que Archie había creado de onda, ya estaba en otro nivel. Moscow Records evolucionó en MicroHertz —y no fue solo un cambio de nombre: fue un cambio de visión. Una declaración de principios. Nada de relleno, todo groove. House y minimal techno sin adornos, como debe ser. No están detrás de los streams; están detrás de música que los DJs coleccionan como si fuera oro.

MicroHertz se volvió una referencia. Para quienes saben. Para quienes reconocen la diferencia entre un tema más y uno que te sacude. Así de simple. En el roster están Luuk Van Dijk, Ben Rau, Ranger Trucco… y el propio Archie, claro. Calidad por sobre cantidad. Y se nota.

Archie se llevó el sello de gira, manteniéndose fiel al espíritu DIY. Nada de sponsors, ni flyers con glitter. Solo fiestas reales, con gente real. A principios de 2025, MicroHertz aterrizó en Santiago de Chile para su debut en Sudamérica, y ya están apuntando a Bristol, Italia y Francia como si nada. Y no son solo fechas sueltas: son desembarcos en equipo. Nombres que antes veías en Beatport ahora están compartiendo cabina, llevando toda esa energía digital al mundo real.

Todo cierra. FUSE le dio su oportunidad cuando nadie más lo hacía, y ahora él está haciendo lo mismo por la nueva camada. MicroHertz te da ambas cosas: la música y el espacio. Si tienes el sonido, Archie te da el escenario.

El sonido: Menos es más, y eso se baila

¿Qué tiene el sonido de Archie Hamilton que prende fuego cualquier pista? Una sola palabra: groove. No el que suena en una playlist de Spotify llamada “Minimal Tech After Brunch”, sino el de verdad. Fue de los primeros en darle una vuelta nueva al minimal techno europeo: bajos gordos, atmósferas de otro planeta, y ese espacio que hace que todo respire. Si no estás prestando atención, se te escapa. Pero si estás ahí… es un viaje.

Lo realmente genial es que Archie sabe cuándo no tocar una nota. “El funk y el groove vienen del espacio entre las notas, no de las notas en sí”, dijo una vez. Y lo aplica. Sus bajos tienen silencios que pegan más fuerte que los temas completos de otros productores. Son esas micro-pausas, la tensión, el freno justo, eso es lo que hace que tu cuerpo se mueva. Es música que vive en los huecos y que hace bailar sin que sepas por qué.

Y mientras internet se cansa de bardear al tech house, Archie ni se inmuta. No se sube al tren del hate. “Es fácil pegarle a un género”, le dijo a Beatportal. Pero él recuerda cuando el tech house era raro, libre, lleno de posibilidades. Y esa es la versión que mantiene viva.

Tampoco es de los que se encasillan. Archie te mete un sample de trip-hop en plena sesión solo para sacarte de la zona de confort. Su disco de 2019, Archive Fiction, lo prueba: una mezcla sin reglas de deep house, drum and bass, jazz y lo que se le cruzó esa semana. Y funcionó. Con los años, su catálogo solo creció: bombas minimal en MicroHertz, rarezas con onda garage en Dansu Discs, y sí, incluso un temazo vocal house con Defected Records.

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Sí, leíste bien. El señor underground cerró el círculo en 2023 con Let The Light In, un tema house vocal, brillante, editado nada menos que por Defected. ¿Lo mejor? Archie había sido pasante en ese sello cuando era adolescente. Veinte años después, lanzar ahí fue su vuelta olímpica con champagne en mano.

2023 en adelante: Dueño de todas las cabinas

Los últimos años fueron gasolina pura para Archie Hamilton. Pero 2023 fue directamente una toma de poder. En Miami Music Week cerró la mítica Space Terrace como si fuera su propio after. Después vino Ibiza, donde básicamente se instaló. Circoloco en DC-10, Music On con Marco Carola, Solid Grooves, Paradise de Jamie Jones… todos los pesos pesados.

Y ni hablemos de festivales. Sunwaves en Rumania (el paraíso del minimal), Caprices en los Alpes suizos, Kappa Futur en Italia, Creamfields en Reino Unido, Awakenings en Ámsterdam… estuvo en todos. Cada set fue una clase maestra de control del groove, esa hipnosis de bajos que solo él parece dominar. Y para cerrar el verano, se despachó con un all night long agotado en Room 1 de fabric, la meca del clubbing londinense.

Pero para Archie, esa noche fue otra cosa. Si le preguntas cuál fue la más significativa, te va a hablar de ese set en fabric. El primer club al que entró de adolescente. Ahí empezó todo. Y ahora, años después, lo comandó durante ocho horas, de principio a fin, con una pista llena de caras conocidas y gente que entiende de qué va esto.

No hace falta traductor para el groove de Archie

De sótanos londinenses a terrazas de Miami, pasando por amaneceres sudados en Ibiza —el sonido de Archie Hamilton ya dejó su marca. Pero últimamente, esa ola está pegando fuerte en Latinoamérica. En 2020 arrancó su primera gira por Norteamérica. Canadá, Estados Unidos, y después México. Tocó en Guadalajara y Ciudad de México y enseguida notó algo: el público mexicano no solo baila, siente con todo el cuerpo.

Por eso tiene tanto sentido que sus bajos envolventes y ese swing deep-tech estén explotando en el under mexicano. Desde warehouses llenos de calor en la capital hasta fiestas maratónicas en Tulum, su sonido parece hecho para eso. Hay conexión real: un DJ que vive por la cultura y una audiencia que no necesita instrucciones. No hay barreras, no hay traducción. Solo fluye.

Incluso si la agenda cambia, hay algo claro: su lazo con la gente sigue creciendo. Ya rompió todo en BPM Festival y reventó Bar Américas, uno de los clubs más icónicos del país. Y por cómo habla, queda claro que piensa volver. El amor es mutuo, y la demanda es real.

La ley del under sigue viva. Pregúntale a Archie Hamilton.

La historia de Archie Hamilton suena a mito del underground. De revolver bateas en Hackney a ser cabeza de cartel en los booths más importantes del mundo, nunca corrió detrás de la moda. Se hizo su camino a fuerza de minimal house groovero, cuando eso no era garantía de nada.

Después llegó MicroHertz, su sello, su juego, su forma de decirle “no, gracias” a lo predecible. Lo que arrancó como un proyecto casero se convirtió en una plataforma para artistas que realmente están empujando el sonido. Mientras otros jugaban a lo seguro, Archie apostaba por los tracks que mueven pistas de verdad. Que suenan distintos. Que tienen alma.

¿Le dicen disruptivo? Sí, puede ser. Pero no en plan marketing. Lo suyo fue agitar la escena manteniéndose firme con lo que ama. Cerrado en el estudio, con el groove como brújula, dejando que la música hable. Puede estar girando por el mundo, pero sigue hablando como alguien que se emociona más por su próxima sesión que por su próximo vuelo. Esa obsesión es su motor.

En una escena cargada de efectos, fuegos artificiales y drops coreografiados, Archie mantiene todo al hueso. House y techno de verdad. MicroHertz puede sonar a baja frecuencia, pero el impacto es gigante. Y está ayudando a decidir para dónde va el under, sin necesidad de gritarlo.

Y si lo ves en vivo, lo entiendes. Nada de poses de rockstar. Solo Archie, más manija que la mitad de la pista, con los ojos cerrados, bailando como si fuera su primera noche de fiesta otra vez.

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