La escena musical de Nueva Zelanda ha dado algunas leyendas, pero ninguna pega como Shapeshifter. Nacidos en 1999 en Christchurch por un grupo de estudiantes de jazz que no encajaban del todo, no se acercaron al drum and bass con cuidado —lo agarraron y lo volaron en mil pedazos. En estos 25 años pasaron de ser secreto bien guardado a máquinas de destruir festivales, prendiendo fuego escenarios desde Glastonbury hasta Electric Avenue.
¿Y su sonido? Una mezcla cambiante de baterías en vivo, sintetizadores y energía pura que les valió discos de platino y una base de fans completamente devota. En 2024 celebraron 25 años de locura con reediciones en vinilo y una gira sold out en casa que le recordó a todos por qué siguen siendo intocables.
En 1999, Shapeshifter salió al mundo con una formación que ya pintaba para clásico: Devin Abrams, Redford Grenell, Sam Trevethick y Nick Robinson. Hoy, el equipo evolucionó en una maquinaria demoledora con PDigsss en la voz, Sam en guitarra, sintes y sampler, Nick en bajo, sintes y MPC, y se sumaron Dan McGruer y Darren Mathiassen en la batería.
Lo que hacen juntos no entra en ninguna etiqueta. Son una criatura híbrida que mezcla drum and bass con jazz, soul, funk, rock y electrónica, y lo hacen con instrumentos reales. Su sonido es una bomba de groove, melodías que se te quedan pegadas y beats que entran sin pedir permiso. Por eso tienen fans en todo el mundo, y no son de esos que solo escuchan un tema en shuffle.
La discografía de Shapeshifter no es una línea recta. Es un viaje con curvas peligrosas, bajadas épicas y giros inesperados. Creatividad al palo, sin un minuto de descanso.
Acá va la colección completa —spoiler: te va a volar la cabeza.
El impacto de Shapeshifter no se discute. Se han ganado varios premios en los New Zealand Music Awards —Mejor Álbum de Electrónica, Mejor Banda, Mejor Show en Vivo— como si fuera rutina, dejando claro quién manda. Sus discos viven en lo más alto de los charts de Nueva Zelanda, marcando una influencia que nadie más alcanza y asegurando su lugar como los verdaderos dueños de la escena.
¿Te parecen una bomba sus discos? Espera a verlos en vivo. Los shows de Shapeshifter tienen fama por una razón: prendieron fuego escenarios como Glastonbury, Parklife y Big Day Out. Sus sets son un torbellino de improvisación en estado puro, cada fecha es una experiencia que no se repite y no se olvida.
Lo que los hace distintos no es solo la energía, es que tocan TODO en vivo. Nada de laptops escondidas, nada de loops pregrabados. Lo suyo es energía sin guión, con sintes analógicos, digitales y una banda que suena como si cada show fuera el último. Como lo explicó Sam Trevethick, ese caos controlado es lo que engancha. Te atrapan con la imprevisibilidad.
Lo de Shapeshifter sacando hits no tiene sentido. Tienen una facilidad ridícula para soltar temazos que rompen rankings y vuelan cabezas en todos lados.
Escucha estos que no pueden faltar en tu playlist:
Estos temas prueban que Shapeshifter no se está colgando de su pasado, siguen lanzando hits que suenan igual de potentes en el auto, en el club o en el patio de tu primo. Y no dan señales de frenar.
Su último lanzamiento, Block Party, es puro caos bien hecho: drum and bass en vivo, bajos gruesos con mucho funk y la actitud justa para que termines bailando como si nadie te mirara (aunque todos claramente lo estén haciendo). Es sudoroso, es potente y suena como si el verano hubiera abierto una cerveza y subido el volumen.
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Shapeshifter no es solo una banda —es un movimiento en toda regla. Le dieron vuelta a la escena musical de Nueva Zelanda, especialmente dentro del drum and bass y la electrónica. Su forma de innovar sin miedo abrió el camino para que una nueva ola de artistas kiwi saliera al mundo, dejando un legado de evolución constante e inspiración para toda una generación de rebeldes musicales.
Su historia es una mezcla explosiva de talento, riesgo y pura dedicación. Con temas que rompen géneros, shows en vivo que incendian todo y una racha interminable de hits, Shapeshifter se ganó su lugar en la historia de la música. Son mucho más que músicos, son pioneros.
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Y mientras tanto, hazte un favor: sube el volumen y dale play a esto.
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